
Miraba al techo y dejaba vagar su mente, es decir, pensaba en chicas. Concretamente en ese momento en Violet Harper, una chica de sus mismos 21 años que había entrado este año en una de sus clases.
Pensaba en lo que le gustaría hacerle, en lo que le gustaría que ella le hiciera, en lo que podrían hacer juntos, en lo que podrían hacer ella, él, la sección de viento de la filarmónica de Londres y unos cuantos fontaneros.
Y como no, se tocaba, por que Argenon era un chaval sano que había descubierto que los tocamientos íntimos le aportaban una paz interior y una serenidad casi mística. Lo que quizás podría reprocharsele al respecto es su excesiva afición a este tipo de distracción, llegando a robarle horas de sueño. No se podía negar que era un chico entregado.
Pero aquella tarde las cosas transcurrieron de un modo sutilmente distinto. No era el hecho de que e

- ¡Te arrancaré la cabezaaaaa!-
El resto de los coches comenzaron a rodearlo, parecían muy veloces. Muchos iban conducidos por hombres vestidos de negro, menos uno que llevaba Nick Nolte. Uno a uno comenzaron a adelantarlo, enseñándole un letrero que llevaban en el cristal trasero: “SYLVIA SYLVERMANN”, “NEW JERSEY”, “ACANTILADO”, “FIN DEL MUNDO A MANOS DE ALGO ANTERIOR A TODO”, “NABUCODONOSOR”, “PICAZÓN” y algo que no entendió bien porque la imagen se desvaneció.

- Otra vez no, joder.- Exclamó.
¿Otra vez no qué? Se preguntarán estupefactos las miriadas de lectores de esta magna obra. Eso y otras muchas cosas se explicarán a continuación, no sin antes aprovechar la intromisión para recomendarles que sean mejores personas; no abandonen animales, que esta muy feo; vistan con colores vistosos y no escupan en la calle, que eso esta más feo todavía.
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