Resultaba difícil no sentirse solo en aquel lugar.
El techo se perdía en lo alto, y las paredes laterales se ocultaban en la sombra.
Motas de polvo suspendidas en el aire bailaban juguetonamente en el haz de luz que surgía muy por encima de su cabeza.
Miraba el movimiento arbitrario de esas diminutas partículas con la vista perdida cuando notó como se le dormía la pierna, desde la rodilla hasta el pie izquierdo.
Su pierna pendía del brazo del duro asiento de madera.
Cambió de postura, pasando a colgar el pie derecho apoyado en su correspondiente brazo.
El hombre apoyaba su cabeza pesadamente sobre el brazo izquierdo. A veces se la rascaba distraídamente, como si allí arriba faltase algo.
Dirías que era la imagen de alguien muy aburrido, pero no era aburrimiento lo que ocurría en aquella sala.
Las historias de aburrimiento no suelen ser contadas, y las que lo son resultan aburridas, pero tranquilo que esto no es una historia de aburrimiento (lo que no quiere decir que no pueda parecerte aburrida).
Mas bien podríamos decir que la causa de todo, lo que nos llevaba a este lugar, era la total y completa falta de aburrimiento.
El protagonista de nuestra historia, ese que deja que se le duerman la piernas, es lo que se podría denominar un Predestinado, un Elegido, alguien designado desde antes (desde mucho antes) de nacer para hacer ciertas cosas.
Y vaya si las había hecho, o mejor dicho las había desencadenado, la verdad es que no se sentía como el verdadero protagonista de su propia historia.
No estamos, y eso hay que dejarlo muy claro, ante el postrer momento de lucidez de una persona, sino en una de tantas ocasiones en las que la idea de soledad, de aislamiento, de incomprensión, se hacían dolorosamente tangibles.
Y esto pasaba cada vez más a menudo.
Recordaba como si fuera ayer como corrió entre la gente buscando al ladrón de la espada de su hermano...o el que él creía que era su hermano, por que esa es otra ¿Cómo te dicen de golpe que un viejo te entregó recién nacido a una familia desconocida para que te criasen?
El Viejo, el maldito Viejo.
El caso es que allí estaba él, sin saber que hacer, viendo el enfado y la decepción de su padre (¡ups!) al haber fallado de esta manera a sus deberes de escudero.¡Que te roben la espada de tu señor!¿Acaso se podía meter más la pata?
Vaya si se podía.
En medio de la desesperación de metió en el bosquecillo que rodeaba a la iglesia rumiando una solución, algo que le sacara del apuro, cuando levantó la mirada de sus pies y un destello lo cegó por unos instantes. La famosa espada seguía clavada en lo alto de la roca. No era un yunque como muchos han dicho después.
¿Y por que no probar?
Había visto esa misma tarde como a aquel caballero le apareció ese bulto horrible en el costado de tanto hacer fuerza. Y nada, la espada estaba allí clavada desde que él recordara, inamovible, como si mil demonios tirasen de ella hacia abajo. No es que pensara que era mejor que nadie, esa idea nunca había pasado por su cabeza, pero allí había una espada sin dueño, y el era un “dueño” sin espada. La desesperación engendra extrañas ideas, y él vio allí la solución a sus problemas inmediatos. Si hubiera sabido los que vendrían…
Lo que ocurrió después no era lo esperado.
La espada salió como si estuviera en mantequilla. Incluso le hicieron volver a clavarla y dejar que otros caballeros lo intentaran de nuevo, pero sólo él parecía ser capaz de sacar el metal de allí.
Menudo revuelo. Gritos, insultos, salves, mucha confusión y por primera vez, el Viejo, al que todos parecían conocer pero que nadie quería tener cerca.
Predestinado, eso es lo que pasaba, eso es lo que le dijeron.
Entonces vino lo de que tu padre no es tu padre, tu hermano no es tu hermano, y tu tienes un reino que gobernar. Ahí es nada
Maldito Viejo.
Pronto formó corte, pronto luchó y más pronto aún se casó, aunque ahora tuviera sospechas más que fundadas de que su mejor amigo y su mujer estaban liados.
Las cosas no habían ido a mejor con los años, sino que se habían complicado más si cabe.
Envió a sus mejores guerreros en busca de algo que no había visto nadie (¿porqué, otra vez, había hecho aquello?) y luego El Viejo desapareció de pronto hace años.
Ahora un nuevo reyezuelo que decía ser familia suya ( “la familia” vaya palabra) avanzaba a sangre y fuego.
¿Por qué él? No dejaba de pensar
¿El elegido?
No, creo que no. Mejor di El Jodido
* * * * *
Esa noche soñó con una barca que cruzaba el mar hacia una isla extraña. Un rey muerto reposaba en esa barca vestido con su armadura más brillante mientras una mano se hundía en las aguas agarrando con fuerza la espada de la piedra.
El hombre se despertó de pronto bañado en sudor.
- No me jodas.
Se dijo a si mismo mirando su espada, apoyada en una silla a los pies de su cama.
El techo se perdía en lo alto, y las paredes laterales se ocultaban en la sombra.
Motas de polvo suspendidas en el aire bailaban juguetonamente en el haz de luz que surgía muy por encima de su cabeza.
Miraba el movimiento arbitrario de esas diminutas partículas con la vista perdida cuando notó como se le dormía la pierna, desde la rodilla hasta el pie izquierdo.
Su pierna pendía del brazo del duro asiento de madera.
Cambió de postura, pasando a colgar el pie derecho apoyado en su correspondiente brazo.
El hombre apoyaba su cabeza pesadamente sobre el brazo izquierdo. A veces se la rascaba distraídamente, como si allí arriba faltase algo.
Dirías que era la imagen de alguien muy aburrido, pero no era aburrimiento lo que ocurría en aquella sala.
Las historias de aburrimiento no suelen ser contadas, y las que lo son resultan aburridas, pero tranquilo que esto no es una historia de aburrimiento (lo que no quiere decir que no pueda parecerte aburrida).
Mas bien podríamos decir que la causa de todo, lo que nos llevaba a este lugar, era la total y completa falta de aburrimiento.
El protagonista de nuestra historia, ese que deja que se le duerman la piernas, es lo que se podría denominar un Predestinado, un Elegido, alguien designado desde antes (desde mucho antes) de nacer para hacer ciertas cosas.
Y vaya si las había hecho, o mejor dicho las había desencadenado, la verdad es que no se sentía como el verdadero protagonista de su propia historia.
No estamos, y eso hay que dejarlo muy claro, ante el postrer momento de lucidez de una persona, sino en una de tantas ocasiones en las que la idea de soledad, de aislamiento, de incomprensión, se hacían dolorosamente tangibles.
Y esto pasaba cada vez más a menudo.
Recordaba como si fuera ayer como corrió entre la gente buscando al ladrón de la espada de su hermano...o el que él creía que era su hermano, por que esa es otra ¿Cómo te dicen de golpe que un viejo te entregó recién nacido a una familia desconocida para que te criasen?
El Viejo, el maldito Viejo.
El caso es que allí estaba él, sin saber que hacer, viendo el enfado y la decepción de su padre (¡ups!) al haber fallado de esta manera a sus deberes de escudero.¡Que te roben la espada de tu señor!¿Acaso se podía meter más la pata?
Vaya si se podía.
En medio de la desesperación de metió en el bosquecillo que rodeaba a la iglesia rumiando una solución, algo que le sacara del apuro, cuando levantó la mirada de sus pies y un destello lo cegó por unos instantes. La famosa espada seguía clavada en lo alto de la roca. No era un yunque como muchos han dicho después.
¿Y por que no probar?
Había visto esa misma tarde como a aquel caballero le apareció ese bulto horrible en el costado de tanto hacer fuerza. Y nada, la espada estaba allí clavada desde que él recordara, inamovible, como si mil demonios tirasen de ella hacia abajo. No es que pensara que era mejor que nadie, esa idea nunca había pasado por su cabeza, pero allí había una espada sin dueño, y el era un “dueño” sin espada. La desesperación engendra extrañas ideas, y él vio allí la solución a sus problemas inmediatos. Si hubiera sabido los que vendrían…
Lo que ocurrió después no era lo esperado.
La espada salió como si estuviera en mantequilla. Incluso le hicieron volver a clavarla y dejar que otros caballeros lo intentaran de nuevo, pero sólo él parecía ser capaz de sacar el metal de allí.
Menudo revuelo. Gritos, insultos, salves, mucha confusión y por primera vez, el Viejo, al que todos parecían conocer pero que nadie quería tener cerca.
Predestinado, eso es lo que pasaba, eso es lo que le dijeron.
Entonces vino lo de que tu padre no es tu padre, tu hermano no es tu hermano, y tu tienes un reino que gobernar. Ahí es nada
Maldito Viejo.
Pronto formó corte, pronto luchó y más pronto aún se casó, aunque ahora tuviera sospechas más que fundadas de que su mejor amigo y su mujer estaban liados.
Las cosas no habían ido a mejor con los años, sino que se habían complicado más si cabe.
Envió a sus mejores guerreros en busca de algo que no había visto nadie (¿porqué, otra vez, había hecho aquello?) y luego El Viejo desapareció de pronto hace años.
Ahora un nuevo reyezuelo que decía ser familia suya ( “la familia” vaya palabra) avanzaba a sangre y fuego.
¿Por qué él? No dejaba de pensar
¿El elegido?
No, creo que no. Mejor di El Jodido
* * * * *
Esa noche soñó con una barca que cruzaba el mar hacia una isla extraña. Un rey muerto reposaba en esa barca vestido con su armadura más brillante mientras una mano se hundía en las aguas agarrando con fuerza la espada de la piedra.
El hombre se despertó de pronto bañado en sudor.
- No me jodas.
Se dijo a si mismo mirando su espada, apoyada en una silla a los pies de su cama.
4 comentarios:
Prueba lo del slide, es bastante chulo, y si te interesa la nube de etiquetas que he puesto y el reloj: te puedo pasar el código html, aunque lo puedes encontrar por ahi no es cuestión de buscar y buscar.
Un saludo.
Ani.
Por cierto no te olvides de mirarme, si puedes, lo del 1er capítulo de la serie the Shield: me gusta bastante.
Un saludo.
Ani.
Ya te lo dije en otro post, es KID ROCK, y la canción "Bawitdaba". Aunque lo más importante que ha hecho este señor en su puta vida es casarse con Pamela Anderson
ok, gracias.
No he visto tu otro post.
Un saludo.
Ani.
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