Estoy haciendo una especie de cartel/folleto/puta mierda para un tío que va exponer en el Ayuntamiento y no puedo. Se me remonta.
Ya cuando vino a comentarnos lo que quería nos tuvo a una compañera y a mi una puta hora escuchándole divagar acerca de lo que tenía pensado, que si catalogo, que si 100 copias, a pesar de que ni una cosa ni otra, se hacen 20 ó 30 y van que se matan. Pero éste tío no, una maza humana, un pesao, un tío insufrible. Un pintorcillo de tres al cuarto que se cree que es lo más importante desde la bombilla.
Pero ahí no queda la cosa, aparte de complicarme la vida con una mierda que va a quedar como el ojete, el individuo en cuestión me da dos folios de poesías de su puto sobrino para que las ponga regadas por todo el cartel. No una a modo de lema o algo así, no. ¡Por toda la hoja!
¡Tío, a ver si te enteras que aquí solo hacemos algo medianamente visible, no un puto catálogo de Taschen!
Luego nos cuenta que por la mañana no puede por que va al gimnasio, que no lo perdona ni una mañana, mientras yo pensaba “Ya que estás allí ¡Dúchate cabronazo! Que huele a resudado que tira para atrás”
Que si hace 20 años si había negocio en la venta de cuadros, que si su sobrino es cojonudo con el diseño gráfico pero no puede hacerle el cartel ( el sobrino estará hasta los huevos del asqueroso de su tío), que si tal y que si cual.
Joder, llevo un rato con ello y creía que iba a reventar, por eso he decidido contároslo para que así le odiéis conmigo y eso nos una más aún (si cabe)
Cuanto más trato con la gente, más me doy cuenta de aquella máxima
“La gente es jilipollas”
A veces me gustaría ser como Bruce Campbell, ir por ahí con una sierra en una mano y una escopeta en la otra y no dejar títere con cabeza
Ya cuando vino a comentarnos lo que quería nos tuvo a una compañera y a mi una puta hora escuchándole divagar acerca de lo que tenía pensado, que si catalogo, que si 100 copias, a pesar de que ni una cosa ni otra, se hacen 20 ó 30 y van que se matan. Pero éste tío no, una maza humana, un pesao, un tío insufrible. Un pintorcillo de tres al cuarto que se cree que es lo más importante desde la bombilla.
Pero ahí no queda la cosa, aparte de complicarme la vida con una mierda que va a quedar como el ojete, el individuo en cuestión me da dos folios de poesías de su puto sobrino para que las ponga regadas por todo el cartel. No una a modo de lema o algo así, no. ¡Por toda la hoja!
¡Tío, a ver si te enteras que aquí solo hacemos algo medianamente visible, no un puto catálogo de Taschen!
Luego nos cuenta que por la mañana no puede por que va al gimnasio, que no lo perdona ni una mañana, mientras yo pensaba “Ya que estás allí ¡Dúchate cabronazo! Que huele a resudado que tira para atrás”
Que si hace 20 años si había negocio en la venta de cuadros, que si su sobrino es cojonudo con el diseño gráfico pero no puede hacerle el cartel ( el sobrino estará hasta los huevos del asqueroso de su tío), que si tal y que si cual.
Joder, llevo un rato con ello y creía que iba a reventar, por eso he decidido contároslo para que así le odiéis conmigo y eso nos una más aún (si cabe)
Cuanto más trato con la gente, más me doy cuenta de aquella máxima
“La gente es jilipollas”
A veces me gustaría ser como Bruce Campbell, ir por ahí con una sierra en una mano y una escopeta en la otra y no dejar títere con cabeza
2 comentarios:
Muy bueno ese odio. Me he partido el ojete un rato leyendo tus desventuras con el artwork local.
No te condenes Wayne, que la máxima citada está asumida requeteasumida y siempre hay una cerve fresca que echarse a la boca.
La semana pasada también he pasado unos días bordes con el curro, de esos que soñaba por las noches y todo, hasta que el viernes me eche una cerve fresquita mientras escuchaba unos cuantos duelos de guitarra de los Allman Bros y esa noche dormí como un bendito.
El viernes nos vemos para escuchar qué nos tiene que decir la Bestia Anselmo.
Esta semana se me va a hacer larga de cojones.
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