Contrataron a Alex Cox, que prometió un plan de rodaje ajustadísimo al que dificilmente se podría ajustar. Comenzaban a principios de 1997 y Johnny Depp y Benicio del Toro ya estaban incorporados al casting. Cox , junto Tod Davies, especialista de la UCLA en la obra de Thompson, escribieron el guión. El encontronazo con Laila Nabulsi, ex-amante de Thompson y extrañamente encargada de negociar los derechos del libro durante dos décadas, precipitó la salida de Cox. Rhino tomó parte por Nabulsi a pesar de su nula experiencia en el mundo del cine e ir contra los intereses de la propia productora y Alex Cox se retiró del proyecto definitivamente.
Los nombres de Brad Pitt y Woody Harrelson sonaron más de una vez en la lista de actores que iban a hacer un cameo en "Miedo y asco en Las Vegas". La elección de Thompson era, sin embargo, una estrella con la que había compartido más de un porro en la (corta) era de la contracultura: Jack Nicholson, actor que podría haber interpretado a Thompson en una de las versiones de la película que se pre-produjeron en los setenta. Por cameos, que no falte: Cameron Díaz, Mark Harmon, Gary Busey, Harry Dean Stanton, Katherine Helmond...
Gilliam parecía predestinado a que el guión cayera en sus manos. No podía despreciar el humor “gonzo” - brutal, corrosivo, lisérgico - de la novela de Hunter S. Thompson: “ Leí el libro en 1971, cuando se publicó. Realmente captaba el signo de los tiempos con una actitud con la que podría identificarme. Me pareció increiblemente divertido y sorprendente, pero simplemente lo leí, me divertí y no pensé en él durante varios años. (…) En 1988, se me presentó un guión basado en el libro de Thompson, pero estaba ocupado en otro proyecto y decidí que no captaba suficientemente el espírtu de la novela. (,,,) Cuando Laila me envió el guión , me recordó lo divertido y lo bueno que era el libro. (…) el truco estaba en condensarlo en cien páginas.” Leyéndolo en un restaurante de Los Angeles tuvo la corazonada de que tenía que hacer esa película. El riesgo era, como en todas las películas de Gilliam muy alto: traducir en imágenes una novela tan anarrativa y circular como el “Crash” de Ballard o “El almuerzo desnudo” de Burroughs - ambas adaptadas al cine con mano maestra por David Cronenberg - no podía ser tarea fácil.
En casa de Hunter S. Thompson, en medio de una vorágine de platos repletos de gambas y patatas fritas, acompañados por la visión de un partido de baloncesto sin sonido, el escritor y Gilliam conectaron. A Thompson no se le ocurrió otra que ponerle un vídeo que había grabado de cuando fueron los anteriores guionistas a visitarlo, Cox y Davies. Había plantado una muñeca hinchable en el jardín nevado para recibirlos. Este entrañable detalle de bienvenida se desinfló en el mismo momento en que Cox le dijo que quería incluir animaciones en su adaptación de la novela. Thompson se lo tomó como una agresión a la propiedad intelectual, y pensó, aterrado, que lo mejor que había escrito nunca se iba a convertir en un cartoon.
Los nombres de Brad Pitt y Woody Harrelson sonaron más de una vez en la lista de actores que iban a hacer un cameo en "Miedo y asco en Las Vegas". La elección de Thompson era, sin embargo, una estrella con la que había compartido más de un porro en la (corta) era de la contracultura: Jack Nicholson, actor que podría haber interpretado a Thompson en una de las versiones de la película que se pre-produjeron en los setenta. Por cameos, que no falte: Cameron Díaz, Mark Harmon, Gary Busey, Harry Dean Stanton, Katherine Helmond...
Gilliam parecía predestinado a que el guión cayera en sus manos. No podía despreciar el humor “gonzo” - brutal, corrosivo, lisérgico - de la novela de Hunter S. Thompson: “ Leí el libro en 1971, cuando se publicó. Realmente captaba el signo de los tiempos con una actitud con la que podría identificarme. Me pareció increiblemente divertido y sorprendente, pero simplemente lo leí, me divertí y no pensé en él durante varios años. (…) En 1988, se me presentó un guión basado en el libro de Thompson, pero estaba ocupado en otro proyecto y decidí que no captaba suficientemente el espírtu de la novela. (,,,) Cuando Laila me envió el guión , me recordó lo divertido y lo bueno que era el libro. (…) el truco estaba en condensarlo en cien páginas.” Leyéndolo en un restaurante de Los Angeles tuvo la corazonada de que tenía que hacer esa película. El riesgo era, como en todas las películas de Gilliam muy alto: traducir en imágenes una novela tan anarrativa y circular como el “Crash” de Ballard o “El almuerzo desnudo” de Burroughs - ambas adaptadas al cine con mano maestra por David Cronenberg - no podía ser tarea fácil.
En casa de Hunter S. Thompson, en medio de una vorágine de platos repletos de gambas y patatas fritas, acompañados por la visión de un partido de baloncesto sin sonido, el escritor y Gilliam conectaron. A Thompson no se le ocurrió otra que ponerle un vídeo que había grabado de cuando fueron los anteriores guionistas a visitarlo, Cox y Davies. Había plantado una muñeca hinchable en el jardín nevado para recibirlos. Este entrañable detalle de bienvenida se desinfló en el mismo momento en que Cox le dijo que quería incluir animaciones en su adaptación de la novela. Thompson se lo tomó como una agresión a la propiedad intelectual, y pensó, aterrado, que lo mejor que había escrito nunca se iba a convertir en un cartoon.
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