Colocado hasta la uña del meñique de su dedo gordo, Raoul Duke le dice al autoestopista Tobey McGuire que él y Gonzo acaban de recoger que “ Vamos a Las Vegas en busca del Sueño Americano” . Antes de hacer una cortísima parada para cubrir una delirante carrera de motocicletas- traducida literalmente de la novela de Thompson: una tormenta de arena durante la cual sólo se intuyen las sombras de los participantes, pesadilla rodada en tres días, usando dos o tres cámaras, cubriendo con plásticos todo el equipo para protegerlo del calor, a 45 grados centígrados -, pero su objetivo en pasar unos días en Las Vegas. La omnipresente voz en off de Duke - Depp, irónica y desencantada, no tarda en corroborar el carater infernal de Las Vegas. No tarda, pues, en demostrar que ese paraíso perdido en medio de la Nada - una ciudad sin pasado es, al fin y al cabo, una construcción mental - es un infierno decorado con mesas de croupier y máquinas tragaperras: “Decidimos que pareciera el infierno de Dante” explica Gilliam “Con Gonzo como una especie de pagano que está fuera de control la mitad del tiempo. Duke/Dante está observando y siendo guiado. Duke es el enviado al Infierno para sufrir los pecados de América”. No es casual que Miedo y asco en Las Vegas sea su primera película rodada en súper 35 mm., porque Las Vegas es un infierno horizontal, sin límites, donde únicamente puedes ir hacia delante, girando, de vez en cuando, a la izquierda y a la derecha de tu conciencia. El dantesco purgatorio donde esa conciencia redime sus culpas adopta la forma del casino, verdadero templo del mal donde Duke y Gonzo invocan sus peores sueños. La secuencia del Bazooko Circus es, en ese sentido, significativa: la conjunción de espejos deformantes, carruseles desbocados, extravagantes artistas circenses y alucinaciones grotescas demuestra, una vez más, lo cerca que está Gilliam del surrealismo monstruoso de su admirado Fellini.
Que "Miedo y asco en Las Vegas" no es una película generacional es evidente. Tal vez sea un exorcismo, una pequeña venganza del Gilliam que se exilió a Europa después de comprobar de cerca un país, el suyo, que se desmoronada. Desplazando cualquier atisbo de nostalgia, Gilliam hace, como hizo en “Brazil” (1985), un manifiesto contra la América de hoy, cerrando con contundencia la trilogía que completan “El rey Pescador” (1991 y “12 monos” (1995) “Creo que América es aún un lugar confuso. Lo que puedo ver ahora es que tiene muchas cosas maravillosas que ahtes rechazaba, y sin embargo los americanos sufren de una sordera congénita que les impide disfrutar de ellas. Las Vegas es un fantástico escaparate de América porque sintetiza su infantilización, sobre la que hemos hecho cartoons durante mucho tiempo. Pero me he encontrado con que los americanos han cambiado de forma: hay más gente obesa, que no existía antes, y los tíos que solían ser necios y estúpidos tienen cuerpos musculados. (…) Y todos ellos van a Las Vegas con sus niños y deambulan mirando de un modo estúpido. Las Vegas hace salir lo mejor y lo peor de la gente, y en ese sentido puede decirse que hay una clase de verdad en ella.”En Las Vegas Terry Gilliam realiza su película más juvenil, más suelta, más anárquica, menos estructurada y más libre, en esa ciudad mentirosa y luminosa, símbolo de ese espejismo llamado América. El salvaje trayecto hacia el sueño americano de Hunter S. Thompson se ha convertido, según Gilliam, en “el enema cinemático de los 90” Miedo y asco en Las Vegas es un desafío a las leyes de la narrativa convencional, un ejemplo de lo que podría ser el cine del siglo XXI. Gilliam nos recuerda que la provocación (ideológica, política y estética) es uan forma de sublimar la creación artística. La ruta del exceso, como decía William Blake, conduce al palacio de la sabiduría.
Hace tres años, un 22 de febrero, Hunter S. Thompson se suicidaba a los 67 años, pegándose un tiro en la cabeza en su casita de Woody Creek (en Colorado, Estados Unidos) ¿El suicidio como la única forma válida de morir según su ideario “gonzo”?
Los auténticos Raoul Duke (Hunter S. Thompson) y su abogado , el doctor Gonzo (Óscar "Zeta" Acosta)Hace tres años, un 22 de febrero, Hunter S. Thompson se suicidaba a los 67 años, pegándose un tiro en la cabeza en su casita de Woody Creek (en Colorado, Estados Unidos) ¿El suicidio como la única forma válida de morir según su ideario “gonzo”?
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