El mejor Moriarty. Si los héroes son grandes en la medida de sus enemigos, Holmes es gigante. |
Como ya veíamos venir, la segunda temporada de Sherlock ha sido LA OSTIA. Rizando el rizo de la anterior, los tres episodios de ésta se fuerzan en bombardear a nuestro de detective favorito donde más le duele: sus sentimientos, su razón y su propia identidad.
El último y magistral episodio ha sido, con permiso de Sherlock, de Moriarty. Remitiendo directamente al original de Conan Doyle “El problema final”, cuyo final traumatizó a miles de lectores victorianos, el episodio, como ocurriera con el de Irene Adler y su personaje, compone un Jim Moriarty actualizado y complejo. El increíble Andrew Scott es el actor que lo encarna en un trabajo magistral. La némesis perfecta de nuestro héroe, calculador, egocéntrico, histriónico. El padre espiritual de todos los megavillanos antológicos aparece en la serie resumiendo todas esas características dispersas entre sus “bastardos”, véase: Joker, Blomfeld, Luthor, etc. Al César lo que es del César.
Desde el trepidante principio vemos a Moriarty desentrañar una trama que llevará a Sherlock a lugares donde no ha estado nunca, como la indefensión o el desconcierto, y nos mostrará una vez más que el detective no es totalmente insensible (asperger prácticamente).
Como buenos entertainers, Moffat y los suyos no confirmaron una tercera temporada hasta el día después de la emisión de este último episodio, ayudando a perpetuar la incógnita que deja sembrada.
Sherlock pena lo indecible en el tercer episodio de esta temporada |
Lejos de acomodarse en la presentación, hemos podido comprobar cómo los personajes han crecido, se han producido cambios en su manera de pensar y actuar. Holmes sobre todo ha conocido la amistad verdadera, y está por ver cómo le influirá todo lo que hemos visto en esta temporada. Es un coñazo ver como las series repiten una y otra vez el mismo esquema como si a sus protagonistas se les borrara de la memoria lo ocurrido anteriormente.
Uno de los grandes aciertos de este enfoque es mostrarnos unos Holmes, Watson y Moriarty jóvenes, casi empezando, eliminando esa imagen clásica de viejos estirados y por encima de todo. Como comenta Rafa Marín “Otra cosa: (Moriarty) es joven. Todos los demás Moriartis que yo recuerde (y no son tantos: insisto que Moriarty es un personaje de una sola historia) eran poco menos que ancianos decrépitos. Este es joven, y narcisista (se puede que sea su pecado), y ha preparado todos sus movimientos (y todas las salidas a sus movimientos) antes de darlos”.
Dicen los guionistas que la idea es mostrarnos muchos más años de la pareja. Desde aquí espero que dure mucho tiempo, aunque por ahora lo único que nos queda es volver a esperar en silencio la vuelta de la que es la mejor serie de este estrenado 2012, y un ejemplo de lo que se puede hacer con algo tan aparentemente explotado como es Sherlock Holmes cuando lo cogen las personas adecuadas (Guy Ritchie, eso va por ti).
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