El culebrón Azkena llega a su fin.
Al final no voy, bueno, no vamos.
Ninguno de los que el año pasado juramos volver, absolutamente encantados de la experiencia, repetiremos viaje.
Recapitulando es fácil seguir la fatal cadena de acontecimientos:
Presa de la emoción con la apertura brutal del cartel, que prometía la recién reunificada Black Sabbath y los legendarios Lynyrd Skynyrd, me compré la entrada de inmediato.
Apoyados en su bomba Sabbath, mientras otros festivales engordaban listas de grupos el Azkena guardaba silencio, seguros de sí mismos. Demasiado seguros.
Se incorporan unas cuantas bandas, interesantes algunas de ellos (Graveyard y My morning jacket sobre todo), pero no lo suficiente potentes (¿Blue Oyster Cult como pseudo cabeza de cartel?)
Aguardamos pacientes, el año pasado hubo sorpresas hasta el final.
Hasta que la noticia del cáncer de Tommi Iommi precipita los acontecimientos…
Como era previsible Black Sabbath acaba suspendiendo, de lo que no tiene nadie la culpa, ni siquiera el gobierno. El estruendo de la patada en las pelotas a la organización se oyó desde aquí. Todos los huevos del Azkena estaban en la misma bolsa, y un gordo se acababa de sentar encima.
A grandes males, grandes remedios pensamos. Hacía falta un golpe de efecto gigante por parte de la organización en la forma de nombre sonoro y grandote, véase Neil Young, para remontar el vuelo, pero sólo nos ofrecen un apaño un tanto absurdo, sobre todo por repetitivo, que sólo complace al bolsillo de Ozzy.
Igual que Alemania perdió la Segunda Guerra Mundial en Normandía, éste es el momento de la caída Azkenera.
Desconozco la situación financiera del contrato y sus condiciones, pero obligarte a repetir concierto la edición siguiente por no suspender huele a podrido desde la calle.
Mientras el Sonisphere lanza a bombo y platillo la reunión de Soundgarden, la organización rompe un silencio absurdo de dos semanas desde la cancelación, para anunciar ¡a Status Quo como cabezas! Tan sólo Black Label Society de las últimas incorporaciones hacen levantar la mirada hacia un cartel que dejó de llamar la atención hace tiempo, y eso porque Zakk Wylde viene de “friend” de Ozzy y aquel no pierde el viaje.
El verano se ha vuelto un coto de caza bestial para festivales de unos y otros sonidos. Poperos, indies y heavys se rifan a los grupos buscando encontrar su cuota de asistentes, primero el reclamo y después la jugada completo, un juego complicado que debe plantearse con más ases en la manga.
Habría que ver cómo anda el mercado de los fichajes, con tanta vieja gloria dispuesta a cobrarse los réditos acumulados todos estos años de retiro cueste lo que cueste.
Pero al fin y al cabo, nosotros, que somos los que mantenemos más o menos (cada vez lo dudo más) este tinglado, nos quedamos compuestos y sin Vitoria, decepcionados precisamente porque el año pasado se salió, en un equilibrio admirable de programación que miraba al pasado y a la actualidad sin problemas.
Hoy por hoy, ni siquiera un torpedo como Queens of the Stone Age, última hora del ARF 2011, salvan esto de la quema.
La entrada ya esta devuelta, y el Sonisphere se acerca en el horizonte.
2 comentarios:
vente al primavera con alivanov a ver a napalm death, copón!
aun nos quedan camas, en serio.
Napalm Death y Sleep, una de las bandas mas doom que hay. Busca su disco Jerusalem. Sólo una advertencia, es una única canción de 60 minutos
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