viernes, 23 de marzo de 2012

Modern Warfare 2: The fast & The Furious 5


En noviembre de 2009 se edita el videojuego “Call of Duty: Modern Warfare 2”. Con el mando de la consola en la mano, uno con tu cuerpo ‘a la’ “Videodrome”, estás inmerso en una experiencia  extrasensorial cercana al orgasmo. A punto de la taquicardia, litros de adrenalina se liberan en tu torrente sanguíneo como saliendo de una manguera rota cuando en la 5ª misión del 1er acto el juego/tu vida te lleva a Brasil, a las favelas de Río de Janeiro, de cabeza a un infierno de balas, emboscadas y persecuciones a través de callejuelas, casas, tejados o cualquier superficie con un mínimo de 45 grados de inclinación, a dos segundos de una muerte más que segura.

 
En abril de 2011 se estrena la película “Fast & The Furious 5”. A los veinte minutos de película notas como se te eriza el pelo de la nuca y los músculos comienzan a bombear mientras una toma aérea baja desde el Cristo del Corcovado hasta el centro de una favela donde el agente Luke Hobbs a.k.a. Dwayne Johnson, descrito más adelante como “…el Antiguo Testamento: sangre, balas, la ira de Dios…”, se dispone a arrasar unos cuantos kilómetros cuadrados de suelo carioca. En contados segundos la bestia Dominic Toretto a.k.a. Vin Diesel se lanza a la escapada a través de un muro de ladrillos perseguido de cerca por Luke Hobbs a.k.a. Dwyne Johnson a.k.a. Old Testament en medio de un infierno de balas, emboscadas y persecuciones a través de callejuelas, casas…un momento ¿one more time Modern Warfare2?
El videojuego se ha convertido en carne y hueso ante tus ojos enrojecidos de tanto tiempo obligándote a no parpadear. La espectacularidad inverosímil y catástica a 1080 pp de Call of Duty se transmuta en los músculos de dos masas de carne creadas para hacer lo que mejor saben: destruir. Dos calvos brutales que en breves instantes, mientras todavía babeas y no entiendes porqué esta película no se pasa obligatoriamente en los institutos, se sueltan una serie descomunal de ostias que resuena en el espacio exterior.
Después, la nada.

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