Después de hacer ayer la entrada en torno a la nueva serie de Álex de la Iglesia (que me gustó) recordaba sus “Acción Mutante” y “El día de la bestia” y como no había habido nada como eso en nuestro cine antes, nada a ese nivel al menos. ¿Por qué eran raras esas películas?.
Cuando alguien de aquí hace algo al modo yanqui, o simplemente hace lo que le sale de los cojones, y estoy hablando de cine o literatura de género: ciencia ficción (sobre todo), terror, thriller, etc... se le ningunea de manera considerable (¿una manera de envidia?) dejando que se pierda en el olvido. Prohibido ser imaginativo.
La producción patria, sobre todo en cuanto a cine se refiere, aunque también ocurre en los comics y libros, debe girar siempre en torno a la realidad, cuanto más patetica y jodida, mejor. Todo lo que se produce en España es un coñazo de llantos, de putas que lo pasan fatal, de barrios de la periferia, de parados, de ricos malos y pobres buenos, de todo eso que el pedantón de León de Aranoa ha visto la manera de explotar hasta la saciedad con la colaboración inestimable de la mayoría de la crítica "respetable". Y es ahí donde va el dinero, las subvenciones estatales que perpetúan el estereotipo de pelicula española que motiva la frase que todos hemos oído alguna vez “Yo es que no veo cine español” Claro que no lo ves, por que es un dramón tras otro, telefilmes de la 2 en cine, o lo que algunos llaman “Cine de Autor” (huid de esa etiqueta, pequeños jusliboles, o de lo contrario os encontrareis sumidos en dos horas de tedio absoluto).
A pesar de que ocasionalmente algún “Laberinto del Fauno” se cuele entre los kilos de injusticia social y kleenex de las salas de cine la cosa está jodida de verdad.
Y no se si a raíz de esto, o como fenómeno parejo igual de nefasto se encuentra una miríada de personas que cuando ven un vikingo enorme con un hacha en el cartel de un cine o en la trama de una novela, giran la cabeza a otro lado. En sus cabecitas los monstruos, naves, animación, edad media o viajes en el tiempo no significan nada verdadero, no tratarán sobre los “sentimientos auténticos” que podrían encontrar en un buen dramón hispano.
Puede no interesar un tema, obviamente, y para gustos los colores, pero dar por sentado que “La guerra de las Galaxias” es una chorrada que no puede contener ningún tipo de valor humano o técnico por que salen marcianitos no dice mucho del criterio de ciertas personas. ¿Quién quiere pasarlo bien en el cine pudiendo pasar las de Caín con toneladas de mal rollo?.
La consecuencia directa de esa actitud prejuiciosa es que a los que si nos gustan ese tipo de historias, los que no le hacemos ascos a nada, tenemos que ir por la vida disculpándonos por habernos quedado embobados con “Toy Story” o “La Cosa”. Y el veredicto es tan tajante que no es posible que expliques las razones por las que te ha parecido estupenda, ya tienes en el pecho una pegatina que pone friki por preferir el periplo de Buzz Lightyear en busca de su amigo Buddy a la enésima revisitación de la Guerra Civil.
Como os podeis imaginar, la moraleja es que la Gente es Jilipollas
La idea para escribir esto me la dio un artículo del guionista Hernán Migoya que abordaba la cuestión con buenos argumentos.
Cuando alguien de aquí hace algo al modo yanqui, o simplemente hace lo que le sale de los cojones, y estoy hablando de cine o literatura de género: ciencia ficción (sobre todo), terror, thriller, etc... se le ningunea de manera considerable (¿una manera de envidia?) dejando que se pierda en el olvido. Prohibido ser imaginativo.
La producción patria, sobre todo en cuanto a cine se refiere, aunque también ocurre en los comics y libros, debe girar siempre en torno a la realidad, cuanto más patetica y jodida, mejor. Todo lo que se produce en España es un coñazo de llantos, de putas que lo pasan fatal, de barrios de la periferia, de parados, de ricos malos y pobres buenos, de todo eso que el pedantón de León de Aranoa ha visto la manera de explotar hasta la saciedad con la colaboración inestimable de la mayoría de la crítica "respetable". Y es ahí donde va el dinero, las subvenciones estatales que perpetúan el estereotipo de pelicula española que motiva la frase que todos hemos oído alguna vez “Yo es que no veo cine español” Claro que no lo ves, por que es un dramón tras otro, telefilmes de la 2 en cine, o lo que algunos llaman “Cine de Autor” (huid de esa etiqueta, pequeños jusliboles, o de lo contrario os encontrareis sumidos en dos horas de tedio absoluto).
A pesar de que ocasionalmente algún “Laberinto del Fauno” se cuele entre los kilos de injusticia social y kleenex de las salas de cine la cosa está jodida de verdad.
Y no se si a raíz de esto, o como fenómeno parejo igual de nefasto se encuentra una miríada de personas que cuando ven un vikingo enorme con un hacha en el cartel de un cine o en la trama de una novela, giran la cabeza a otro lado. En sus cabecitas los monstruos, naves, animación, edad media o viajes en el tiempo no significan nada verdadero, no tratarán sobre los “sentimientos auténticos” que podrían encontrar en un buen dramón hispano.
Puede no interesar un tema, obviamente, y para gustos los colores, pero dar por sentado que “La guerra de las Galaxias” es una chorrada que no puede contener ningún tipo de valor humano o técnico por que salen marcianitos no dice mucho del criterio de ciertas personas. ¿Quién quiere pasarlo bien en el cine pudiendo pasar las de Caín con toneladas de mal rollo?.
La consecuencia directa de esa actitud prejuiciosa es que a los que si nos gustan ese tipo de historias, los que no le hacemos ascos a nada, tenemos que ir por la vida disculpándonos por habernos quedado embobados con “Toy Story” o “La Cosa”. Y el veredicto es tan tajante que no es posible que expliques las razones por las que te ha parecido estupenda, ya tienes en el pecho una pegatina que pone friki por preferir el periplo de Buzz Lightyear en busca de su amigo Buddy a la enésima revisitación de la Guerra Civil.
Como os podeis imaginar, la moraleja es que la Gente es Jilipollas
La idea para escribir esto me la dio un artículo del guionista Hernán Migoya que abordaba la cuestión con buenos argumentos.
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