miércoles, 23 de abril de 2008

Calimero

Llegando esta tarde a casa de mi abuelo (Pelo azul, ¿recordáis?) veo a un hombre en la puerta esperando que le abran la puerta. Es bajo, de unos cincuenta y pico, y lleva un ridículo casco me moto blanco modelo calimero. Se oye el zumbido típico de cuando alguien oprime el botón en su piso para abrir abajo, pero él no llega a tiempo. Con la mano en el tirador sacude la puerta y nada. Parece que piensa que el efecto de ese zumbido es de duración indefinida, que una vez te franquean el paso la entrada se queda abierta eternamente, por que lo intenta repetidas veces. Mientras vuelve a la carga, zarandeando la puerta, comienza a decir “No esta abierto. No se ha abierto” a los cuatro vientos. Obviamente, el vecino que le abrió ya no está con el telefonillo en la oreja pendiente de Calimero.
En esto llego yo. Llamo, me preguntan, y después de decir mi nombre, la puerta zumba de nuevo, pero yo estoy más rápido y consigo abrirla sin problema.
Entramos los dos y nos dirigimos al ascensor.
- ¿Adonde va?- le pregunto mientras se quita el casco.
- Al tercero.- contesta. Veo que en la mano lleva muchos sobres iguales, debe ir a cobrar algo.
Entonces Calimero, al que ni siquiera estoy mirando, comienza a hablarme.
– Estos pisos se construyeron hace 35 años.-
Antes de que pueda decir algo por mera cortesía, Calimero continúa, pero con la mirada perdida, como si estuviera solo.
- Cavaban y encontraban agua,- continúa hablando - y cavaban más y más agua que salía. Entonces dijeron “Vamos a echar cemento para tapar esto” y así lo hicieron.-
El ascensor llega al tercero
- Hasta luego. – me dice Calimero
- Hasta luego. – contesto.
Pulso el botón del sexto sin estar del todo seguro de lo que acaba de pasar.

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